Cada vez son más los niños que dejan de jugar antes con juguetes y comienzan a jugar más temprano (entre los 3 y 5 años) con dispositivos electrónicos y más de un tercio juega solo.
El descenso de oportunidades de juego entre iguales impide que los niños desarrollen competencias esenciales para su futuro como adultos. El juguete es el rey entre los niños hasta los 7 años. A partir de esta edad, se reduce su presencia a favor de la electrónica (53%) y el juego físico con los deportes (25%), y se produce un abandono prematuro del juego con juguetes a los 9 años.
Jugar es un derecho, fundamentalmente porque la vida infantil no puede concebirse sin juego. Es una de las fuentes más importantes de progreso y aprendizaje a lo largo de toda la vida, y de una manera especial, en la infancia. Es un impulso primario y gratuito que nos empuja a descubrir, explorar, dominar y amar el mundo que nos rodea, posibilitando un sano y armonioso crecimiento del cuerpo, la inteligencia, la afectividad, la creatividad y la sociabilidad.
Además, a través de la acción, los niños y niñas exteriorizan sus miedos, angustias y preocupaciones más íntimas. Esto les permite, elaborar sus emociones y sentimientos, recreándolas a través de muñecos, animales, monstruos, disfraces… Así inventan historias, ensayan nuevos finales a situaciones penosas, se ponen en la piel de otros o repiten hasta la saciedad situaciones placenteras.
Colaboremos a que niños, niñas y jóvenes puedan crecer en la alegría del juego y así devendrían adultos con mayor salud física y mental y la actitud lúdica les acompañaría siempre.
Los invitamos a promocionar la importancia del juego en la vida de las personas, empezando por nuestro entorno más cercano, la familia, y ampliando nuestra área de influencia siempre que nos sea posible, compartiendo la alegría y el placer de jugar en nuestra vida privada y social.
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